domingo, 28 de junio de 2009


Quizás el futuro fue la única queja que se ahorrarán. Viven en el presente como quien vive en un pretil de acero, en una delgada pero firme ladera de la que no quieren bajarse nunca. Cada uno tenía otra casa y otro mundo y cada uno sabía que el mundo entero podía también estar en otra parte. Ella conservaba el imperio de su nombre en el alma y aquellos momentos en el centro de todos sus recuerdos. Quién sabe por qué la vida suele ponerles trampas a quienes mirados desde fuera no pueden ser sino pareja el resto de sus vidas, pero se ha dicho que tal sucede y está visto que no sólo ellos, sino algo del mundo se entristece si se pierden uno al otro.

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