
Si, admito que me equivoqué. Pensé que sin ti ya no había después, que nada llenaría el vacío de tu partida; y ahora en mis manos desbordan el amor y los amaneceres. Confieso que las noches solo me quebraron y que los sueños me ataban a tu recuerdo. Ahora mis sábanas danzan al ritmo de un viento renovado de ilusiones... y disfruto de esta sensación, porque ya no me siento sola. Reconozco que mi vida nunca fue perfecta, pero hoy, más que nunca, siento en mí la fuerza para buscarla entre los escombros, para mirar al cielo sabiendo que algún día mis sueños volverán a volar alto. De algo sí estoy segura: soy yo de nuevo. Soy la que se levanta cantando, la que no pierde el tiempo, la que disfruta los momentos, la que sonríe al sol. La que escribe lo que nace del corazón. Y no te odio por haberme dejado, todo lo contrario.
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